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¿Mi hijo es tuyo? novela PDF Descargar

Sinopsis de ¿Mi hijo es tuyo? novela

Después de ser apuñalada por la espalda por su hermanastra y su mejor amiga, Anastasia Torres, es despojada de su inocencia por un misterioso hombre una desafortunada noche; más tarde, también es echada del lugar que solía llamar «hogar».

Cinco años después, Anastasia, quien ahora es una exitosa diseñadora de joyas, se lleva una gran sorpresa cuando un apuesto y adinerado hombre irrumpe en su tranquila vida y le ofrece tomar su mano en matrimonio y criar a su hijo entre los dos. A pesar de que esta oferta era tentadora y podría parecer el sueño de cualquier mujer, para ella no era así. Anastasia es guapa, la mejor en su trabajo y, además, tiene un hijo adorable, así que, ¿qué más podría necesitar? Definitivamente no un hombre que solo quiere estropearle las cosas, ¡no señor, eso jamás! Pero, ¿qué debería hacer cuando el nuevo hombre en su vida termina absolutamente encariñado del pequeño que parece ser una copia suya? ¿Lo aceptará y cederá a su oferta de criar juntos al hijo… de ambos

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¿Mi hijo es tuyo? novela Capítulo 1 Una noche de absurdidades

—¡Anastasia, ayúdame! ¡Me violaron en el club!

Anastasia Torres no podía pensar más que en el tono de desesperación e impotencia en la voz de su mejor amiga mientras se dirigía con prisa a la casa club.

«Habitación 808», leyó el número de la placa que había en la puerta de la habitación privada. Era el mismo número de habitación que le había enviado por mensaje su amiga, Helen Sarabia, así que, sin pensarlo, irrumpió para salvarla.

Cuando abrió la puerta con la mano, la oscuridad le dio la bienvenida. De pronto, una fuerte mano la tomó de la muñeca y la arrastró hacia la habitación oscura, seguido de un fuerte golpe sordo tras azotar la puerta para cerrarla.

—Oye… ¡¿Quién eres y qué es lo que quieres?! —gritó Anastasia, posando la mirada por doquier mientras intentaba descifrar qué la rodeaba.

—Tranquilízate y te trataré bien —sonó cerca de su oído la voz profunda y ronca de un hombre.

Al siguiente instante, echó a Anastasia contra el sillón y, antes de que esta pudiera levantarse, un cuerpo fuerte y esbelto la detuvo. Cuando un par de labios que sabían a hierbabuena se posaron contra los de ella, dejó salir un grito ahogado. El hombre que tenía encima sintió calor al tener contacto. Una sensación de impotencia hizo que derramara lágrimas de su cara mientras forcejeaba contra el hombre, pero no pudo hacer nada al final para resistir a su ferocidad.

Una hora más tarde, Anastasia logró escabullirse de la habitación, viéndose desaliñada. Acababa de pasar por una pesadilla, pero eso no la distrajo de preocuparse por la seguridad de su mejor amiga. Estaba por llamar al número de Helen cuando vio a un grupo de hombres y mujeres caminando por la puerta del lado. Bajo las luces, reconoció a las dos mujeres que venían entre ellos.

Una resultó ser Helen, la mejor amiga que le había gritado por ayuda en el teléfono hace rato, y la otra era la hermanastra de Anastasia, Érica Torres. Ambas caminaron al lado de la otra, tomadas del brazo, como si fueran las mejores amigas. Cuando las vio, la expresión de Anastasia se llenó de asombro y furia.

—¡Alto allí, Helen! —gritó con voz fuerte mientras apretaba los puños a sus costados. Tras oír esto, Helen y Érica voltearon a mirar a Anastasia, quien las fulminó con la mirada, y le preguntó con cara pálida a Helen—: ¿Por qué tenías que mentirme?

—No es mi culpa que siempre seas tan crédula, Anastasia —le respondió con una sonrisa de satisfacción.

—¿Te la pasaste bien con tu <i>gigolo</i>? —preguntó Érica con una voz cantarina, sonriendo con perversidad.

Fue entonces cuando Anastasia se percató de que ambas le habían tendido una trampa. La castidad que había protegido por los últimos diecinueve años la sacrificó a favor de su despreciable alegría.

En ese momento, Helen le hizo una pregunta con la mirada fría:

—¿De verdad pensaste que yo era tu amiga, Anastasia? ¡Viví detrás de tu sombra desde que nos conocimos! ¡Te odio y solo quiero arruinarte la cara!

—Yo tengo evidencia que le debo mostrar a papá de que te has estado prostituyendo en el club —intervino Érica al instante, burlándose—. ¡No tardará en sacarte de la casa!

—Ustedes dos… —Anastasia estaba tan furiosa que su cuerpo se balanceaba y lo tenía destrozado después del calvario por el que había pasado. El peso de la traición y la crueldad de su amiga combinado casi la derrumbaron.

—¡Vámonos, Helen! No necesitamos que nos vean con basura como ella, ¿no es así? —Con su brazo entrelazado con el de Helen, Érica la dirigió al coche deportivo estacionado junto a la acera.

Tres días después, en la residencia Torres, sonó la voz profunda de un hombre enfurecido:

—¿Te prostituiste por dinero solo porque no te dejé ir a estudiar al extranjero? ¿Cómo puede ser que yo, Franco Torres, tenga una hija tan desvergonzada como tú?

—Pero, papá, yo no hice…

—¿Tú no lo hiciste? ¡Pero lo hiciste, Anastasia! ¿Cómo se te ocurre llegar a ese extremo? ¿Acaso te hacemos pasar por hambre o te privamos de algo? ¡No puedo creer que te prostituyeras con desconocidos en una sucia casa club! Por tu bien, espero que no hayas traído ninguna enfermedad a esta casa. Quién sabe de qué podríamos contagiarnos mi hija y yo por tu culpa —gritó una mujer bien vestida y con joyas desde el sillón en que estaba sentada.

—Papá, de verdad, yo no lo hice. Yo… —dijo Anastasia tratando de dar una explicación.

Sin embargo, Franco no quiso oír una palabra más y la miró furioso mientras le espetaba:

—Conque me sigues mintiendo. ¡Te vas de la casa ahora! No soportaré que estés bajo mi techo. Ninguna hija mía debería ser tan descarada. De ahora en adelante, ¡no eres mi hija!

Mientras tanto, en el descansillo de la escalera, Érica observó lo que pasaba mientras se apoyaba contra el barandal con el mentón sobre su mano. Todo estaba ocurriendo como lo planeó: en cuestión de minutos, Anastasia sería expulsada de la casa y vagaría por allí como un patético perro callejero.

En la sala de estar, Anastasia se quedó callada al ver la mirada fulminante y decepcionada de su padre; sin decir nada, se levantó de su asiento y subió las escaleras para empacar sus cosas. Acababa de dar vuelta en el descansillo cuando la más joven, Érica, la acorraló, quien le dijo con los brazos cruzados:

—¡Vete de aquí! No te quedes como la monstruosidad que eres. ¡No volverás a tener lugar en esta casa nunca jamás! —Anastasia apretó los puños al mirar con furia la expresión satisfecha de Érica. Al ver el odio en los ojos de Anastasia, Érica se le acercó y le dijo—: ¿Qué? ¿Acaso quieres bofetearme? —Le puso la mejilla frente a la chica irritada y añadió, engreída—: ¡Pues adelante!

Sin retraerse, Anastasia golpeó la cara de Érica con su mano, resultando en una fuerte cachetada.

—¡Ah! —Érica dejó salir un grito—. ¡Me heriste! ¡Mamá, papá! ¡Anastasia me acaba de golpear! —exclamó mientras baja de prisa las escaleras.

Al instante, Noemí Lorente abrazó a su hija y gritó hacia las escaleras:

—¡Cómo te atreves a golpear a mi hija, Anastasia! ¡¿A qué estás jugando?!

Franco notó la marca roja en la mejilla de Érica, quedando más decepcionado que nunca en su vida, y pensó: «¿Desde cuándo mi hija mayor se convirtió tan rebelde de forma exasperante?».

—Papá, me duele… —lloriqueó Érica mientras enterraba su cabeza entre los brazos de su padre, respirando con profundidad como si estuviera bajo intenso dolor.

—¡Lárgate de aquí, Anastasia! —exclamó Franco en dirección de ella.

Tras haber empacado sus pertenencias, Anastasia tomó su pasaporte y bajó las escaleras. Su corazón se le endureció cuando vio a su padre sosteniendo a Érica en sus brazos como si fuera algo precioso; entonces ella comprendió que no tenía lugar en su corazón. Franco solo había oído el punto de vista de Érica en lugar de preguntarle a Anastasia sobre el espeluznante incidente que había pasado la noche anterior.

Desde que había fallecido su padre, ella pasó su vida en este hogar como una intrusa, ya que su padre trajo consigo una amante y a su hija ilegítima para formar una nueva familia. La pobre madre de Anastasia nunca supo sobre las relaciones extramaritales de su esposo, ni siquiera cuando murió.

«No volveré a este lugar nunca jamás».

Dentro de la casa, Érica miró cómo Anastasia arrastró su maleta a la puerta principal y sonrió con malicia, pensando: «¡Por fin me deshice de esa inútil monstruosidad!».

Cinco años después, tocaron la puerta frontal de su departamento en Danesberia. La mujer que vivía allí estaba inspeccionando sus diseños cuando oyó los toquidos. Un poco perpleja, caminó a la puerta y, descontenta, la abrió. Cuando vio a dos hombres asiáticos trajeados, les preguntó en chino:

—¿A quién están buscando?

—¿Usted es la señorita Anastasia Torres? —preguntó uno de los dos en español.

—Soy ella. ¿Ustedes quiénes son?

—Nos pidieron que la buscáramos. Su madre, Amalia Chávez, salvó la vida de nuestro joven hace tiempo. La señora a la que servimos desea verla.

—¿A qué señora le sirven? —preguntó Anastasia, frunciendo el ceño.

—La señora Palomares —contestó con respeto el primer hombre.

Tras oír esto, Anastasia entendió por qué vinieron estos hombres. La señora Palomares era la mujer a cargo del Grupo Palomares, el principal conglomerado del país. Hace unos años, la madre de Anastasia sacrificó su vida para salvar la del nieto mayor de la señora Palomares. A Anastasia la enorgullecía que una agente de policía tan capaz y justa como Amalia hubiera sido su madre.

—Lo siento, pero no tengo intenciones de verla —contestó Anastasia con decisión. Tenía la sensación de que los Palomares querían compensar la gran obra de Amalia, pero no planeaba aceptar su gesto en absoluto.

Justo entonces, sonó una voz infantil y curiosa dentro del departamento, preguntando:

—Mami, ¿quién es?

—Nadie —le respondió de prisa. Luego, se dirigió a los hombres que estaban en la puerta—: Lo siento, no estoy de humor para tener invitados por el momento. —Con esto, cerró la puerta.

Mientras tanto, en el campo, había un hombre sentado en un sillón dentro del chalé que estaba escondida a medio camino de la colina.

—¿La localizó?

—Sí, joven Elías. La chica que estuvo en la casa club hace cinco años acaba de vender su reloj en un mercado de segunda mano.

—Encuéntrela —dijo el hombre en el sillón con una voz grave y autoritaria.

—¡Sí, señor!

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Casado sin más novela PDF Descargar

Sinopsis del Casado sin más novela

—¿Disculpe, señorita? ¿Quiere casarse conmigo?

—¡Señor, ni siquiera nos conocemos! ¿No cree que está siendo demasiado precipitado e impulsivo?

Casado sin más novela Capítulo 1 Por favor, cásate conmigo

Al llegar a la Oficina de Asuntos Civiles, Vivian William se sintió consternada al descubrir que el hombre con el que debía casarse aún no había llegado. Ya había pasado más de media hora de la cita agendada. Justo cuando ella iba a ponerse en contacto con él, él la llamó primero. En cuanto contestó, su furiosa voz sonó a través del teléfono: 

—¡Vivian William, mentirosa! ¿Has olvidado los bochornos que hiciste en la universidad? ¿Cómo te atreves a pensar en casarte conmigo ahora? Déjame decirte algo: ¡Eso solo ocurrirá en tus sueños! Me ha quedado bastante claro ahora, ya que te apresuraste sacar el tema del matrimonio a pesar de que solo nos conocemos desde hace tres días. ¡Si no fuera porque mi exnovia estudió en la misma universidad que tú, me habría dejado engañar por ti! ¡Mujer desvergonzada! 

Luego de decir eso, colgó. Vivian ni siquiera tuvo la oportunidad de explicarse. Los dedos que apretaban su teléfono se volvían blancos mientras sus labios se movían sin sonido.

El hombre que la llamó no se había molestado en bajar el tono de su voz, lo que significaba que mucha gente había escuchado su conversación. Las miradas que todos los demás le dirigieron estaban llenas de desprecio y asco, clavándose en ella como miles de agujas. Exactamente como la noche de dos años atrás que seguía reviviendo en sus pesadillas…

Se sintió como si la oscuridad la tragara. Por mucho que lo intentara, no podía escapar. Se formaron gotas de sudor en su frente mientras palidecía de un momento a otro. Sin darse cuenta, todo su cuerpo había empezado a temblar. A un lado, un par de ojos oscuros e insondables observaban a la temblorosa mujer de forma reflexiva mientras sus delgados dedos golpeaban los reposabrazos de su silla de ruedas. En ese momento, un joven se apresuró a llegar al lado de Finnick Norton. Inclinándose, susurró: 

—Sr. Norton. La señora López me ha informado de que sigue atascada en el tráfico. Ha dicho que podría tardar al menos una hora en llegar. 

—Puedes decirle que vuelva a casa. Dile que no se moleste en venir más —dijo Finnick sin siquiera molestarse en girar la cabeza. Luego, su aguda mirada se fijó en Vivian mientras añadía con tono despreocupado—: No me gustan las mujeres pretenciosas.  

—Pero… Tu abuelo está presionando mucho para que te cases… —insistió el joven ayudante con expresión molesta.  

Como si no hubiera escuchado las palabras de su asistente, Finnick pulsó el botón de su silla de ruedas para acercarse a Vivian.

—¿Disculpe, señorita? ¿Podría casarse conmigo? —sonó su nítida voz, sacando a Vivian de la oscuridad que amenazaba con tragársela entera. 

Ella levantó la cabeza, y se sorprendió un poco al ver la escena que tenía enfrente. No supo en qué momento pasó, pero un hombre en silla de ruedas pareció detenerse frente a ella. Sus rasgos eran tan perfectos que dejarían sin aliento a cualquiera: Cejas bien definidas que descansaban sobre un rostro cincelado, parecía que su cara estaba esculpida en mármol. Se veía como una obra maestra impecable.

A pesar de la sencillez de su camisa de vestir blanca, el diseño acentuaba su complexión esbelta pero poderosa. Estar sentado en una silla de ruedas no le quitaba nada de su aire noble y orgulloso. Al contrario, solo parecía hacerle parecer más distante e inaccesible.

No fue hasta que el hombre repitió su pregunta que Vivian salió del aturdimiento en el que había caído y respondió:  

—¿Qué? 

—No he podido evitar escuchar tu conversación telefónica. Tienes prisa por casarte, ¿verdad? 

Sintió que el aire se le atascaba en los pulmones al oír sus palabras. La humillación y la angustia la invadían. Pero sin esperar a que ella respondiera, el hombre continuó con un tono indiferente. 

—Qué casualidad. Estoy en la misma situación. Ya que nuestros objetivos son parecidos, ¿por qué no nos echamos una mano? —propuso. La forma en que lo dijo hizo que pareciera que estaba hablando de un negocio, no de uno de los acontecimientos más importantes de la vida misma.

En ese momento, Vivian comprendió por fin que ese hombre hablaba en serio y pensó: «¡Pero acabamos de conocernos! ¡¿No es eso demasiado escandaloso?!»

—¡Señor, ni siquiera nos conocemos! ¿No cree que está siendo demasiado precipitado e impulsivo?

—Tampoco conociste a esos hombres con los que tuviste citas a ciegas —replicó. Su respuesta fue tranquila y espontánea, tomando a Vivian tan desprevenida que no supo qué decir. Luego volvió a hablar—: Oh, ahora lo entiendo. Me estás despreciando porque soy un lisiado, ¿no? 

—¡Claro que no! —respondió ella de forma automática. Cuando vio el pequeño destello de diversión en sus oscuros ojos, se dio cuenta de que estaba haciendo lo que él esperaba.

—Señorita —le dijo. Luego cruzó las manos sobre su regazo con esmero antes de clavarle una mirada ardiente—. Estoy bastante seguro de que necesitas este matrimonio. Si pierdes esta oportunidad ahora, ¿qué te hace pensar que tendrás otra?

Tuvo que admitir que era muy convincente. «Tiene razón. Necesito este matrimonio con desesperación. A decir verdad, lo que necesito es ser registrada como ciudadana perteneciente a una unidad familiar. Solo entonces podré solicitar un seguro médico aquí, para pagar las costosas cuentas médicas de mamá», analizó.  

Los segundos pasaron mientras ella miraba fijo al hombre durante largo tiempo. Por fin, le dijo:

—¿Es usted residente permanente aquí, en Sunshine? 

Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa y respondió: 

—Sí. 

Una vez más, Vivian guardó silencio. Sus dedos apretaron con fuerza los papeles del registro civil. Aunque estaba lisiado, el hombre que tenía delante poseía unos modales y un aspecto que sin duda estaban a leguas de distancia de esos horribles hombres con los que había tenido citas a ciegas en los últimos tiempos.

«Oh, Vivian, ¿no ha sido tu único objetivo durante los últimos tres meses casarte con un residente local tan rápido como puedas? ¡Ahora, la oportunidad de hacerlo está presentándote frente a ti! ¿Por qué sigues dudando?», se dijo. En su interior se arremolinaban emociones contradictorias. Al final, se mordió el labio y tomó una decisión firme. Asintió y respondió:

—Muy bien, estoy de acuerdo.

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No tenemos un papá cualquiera novela PDF Descargar

Sinopsis del No tenemos un papá cualquiera novela

En su fiesta de compromiso, su prometido la traicionó. Entonces, anunció que se vengaría de su prometido.

No tenemos un papá cualquiera novela Capítulo 1 Trillizos

«Hace calor. ¿Por qué siento que me estoy quemando?».

Adriana Ventura se sentía como si llevara mucho tiempo caminando sin rumbo por el desierto. Lo único que quería era saciar su sed.

Los labios helados de un hombre cubrieron los suyos mientras la devoraban, dándole un respiro temporal al calor. Alargó la mano y le echó los brazos al cuello, chupando sus labios con avidez.

Pronto resonaron en la habitación fuertes gemidos y suspiros acelerados. Sus sombras en la pared de enfrente se superponían con una pasión ardiente.

Como la luz era tenue, Adriana no podía ver con claridad el rostro del hombre. Lo único que se le ocurrió fue lo bestial que era en la cama. La tomó de manera salvaje hasta el amanecer.

Cuando el amanecer llegó, él se fue.

Adriana abrió los ojos aturdida. Vio una imagen borrosa de la espalda de un hombre y el feroz tatuaje de una cabeza de lobo en la parte baja de su espalda.

Era un tatuaje de un lobo aullando con la mandíbula muy abierta, como si fuera a devorar a su presa en cualquier momento.

Ella sintió que su corazón se aceleraba de miedo al ver ese tatuaje.

Adriana tuvo un sueño. En él, se había convertido en una enredadera que se enredaba en un árbol colosal, sin poder liberarse.

Cuando recuperó la conciencia, su cuerpo le dolía de manera terrible.

Adriana se sentó en la cama con una mano en la cabeza, tratando de calmar su dolor de cabeza. Vio el desorden en la cama y una camisa de hombre rota en el suelo. Congelada por el shock, se devanó los sesos tratando de recordar los acontecimientos de la noche anterior.

En su fiesta de compromiso, su prometido la había traicionado. Estaba a punto de derrumbarse cuando su prima, Selene Arriaga, la llevó a Encanto Nocturno para que bebiera sus penas.

Por completo agotada, anunció que quería vengarse de su prometido. Selene le consiguió de inmediato un acompañante.

Al recordar los acontecimientos de la noche anterior, Adriana se agarró el pecho conmocionada.

«¡Oh, Dios! ¡Perdí mi virginidad con un extraño!».

Se agarró el cabello con frustración.

Después de un largo rato, al final salió de su trance y se puso la ropa a toda prisa. Cuando salió corriendo del hotel, un grupo de periodistas se agolpó a su alrededor.

Acompañados por los cegadores flashes de las cámaras, los reporteros le hacían duras preguntas.

—Señorita Ventura, ¿es cierto que pasó la noche con un acompañante masculino de Encanto Nocturno porque los Ferrera cancelaron el compromiso?

—Señorita Ventura, ¿es usted consciente de que el acompañante masculino es un travesti?

—Señorita Ventura, ¿sabe que su padre se fue a la quiebra?

—Señorita Ventura, acabamos de recibir la noticia de que su padre se suicidó. Se tiró del edificio de su empresa.

La mente de Adriana se quedó en blanco como si le hubiera caído un rayo. Enseguida salió corriendo, pero un auto la dejó inconsciente.

A la mañana siguiente, los titulares ardían con la noticia de Adriana y su padre.

«El hombre más rico de Ciudad H, Ricardo Ventura, se queda en quiebra y se suicida. Héctor Ferrera deja a la hija de Ricardo Ventura. Adriana Ventura pasa la noche en un club con un acompañante travesti».

Ambas noticias de última hora llegaron de inmediato a los titulares.

Adriana, que antes era una heredera rica, se convirtió de la noche a la mañana en una despreciable e inmoral z*rra. Había perdido todo, desde su familia hasta su reputación.

Diez meses más tarde, se oían los fuertes llantos de bebés en una clínica del campo.

La Señora Fresno sostenía un bebé en sus brazos mientras se acercaba a Adriana eufórica.

—Señorita, muchas felicidades. Dio a luz trillizos. Dos niños y una niña.

Cuatro años después, en la estación de tren de Ciudad H.

Adriana llegó a la ciudad con sus hijos y la Señora Fresno.

La regordeta Señora Fresno llevaba dos grandes maletas, agitándose al caminar.

Adriana llevaba una mochila de mezclilla colgada del hombro mientras salía a toda prisa de la concurrida estación de tren con sus tres hijos.

Para los demás, parecían una familia pobre del campo que venía a la ciudad a depender de sus parientes.

—¡Fuera de mi camino, campesina!

Una mujer con un abrigo de pieles empujó a la Señora Fresno con dureza y la insultó.

Adriana estaba a punto de reprender a esa mujer cuando una flota de autos de lujo se detuvo a su lado.

Antes de que nadie pudiera reaccionar, decenas de guardaespaldas bajaron de sus vehículos y formaron dos ordenadas filas.

Haciendo una profunda reverencia, gritaron al unísono:

—¡Bienvenida, Señora Ferrera!

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La chica que mueve mis sueños novela de Marijn Mannes PDF Descargar

Resumen

  • Título: La chica que mueve mis sueños
  • Autor: Marijn Mannes
  • Protagonista: Camila Haynes y Isaac Johnston
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

Fue un gran día para Camilla. Estaba ansiosa por casarse con su guapo esposo. Desafortunadamente, él nunca apareció durante toda la ceremonia.

Se convirtió en el hazmerreír de todos los invitados. En un ataque de rabia, salió con un extraño en su noche de bodas.

Se suponía que iba a ser una aventura de una noche. Pero para su sorpresa, el hombre se negó a superarla. La persiguió incesantemente como si le hubiera robado el corazón esa noche.

Camilla no sabía qué hacer. ¿Debería darle una oportunidad? ¿O simplemente mantenerse alejada de los hombres?

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La chica que mueve mis sueños novela Capítulo 1 Lo más rebelde que había hecho

En la sala de guardia del hospital, Camila Haynes se estaba poniendo su uniforme de doctora.

Esa era la primera noche de su matrimonio.

No obstante, una colega le pidió que tomara su turno de la noche, y ella se fue directamente al hospital sin dudarlo.

Mirando su reflejo en el espejo, se enderezó la bata de laboratorio y sonrió con amargura. De todos modos, a nadie le importaba adónde iba ella…

De repente, la puerta se abrió violentamente, estrellándose contra la pared, y antes de que Camila pudiera mirar qué estaba pasando, escuchó el clic del interruptor de la luz; toda la habitación se volvió completamente negra ipso facto.

Asustada como nunca, tembló y se le pusieron los vellos de punta.

“¿Q-quién es…?”.

Antes de que ella pudiera pronunciar otra palabra, la empujaron repentinamente sobre la mesa, y con un fuerte ruido, las cosas que estaban sobre esta cayeron al suelo. Camila pudo sentir la frialdad del filo de una navaja siendo presionada contra su cuello, y una voz extraña ladró:”¡Silencio!”.

Una vez que sus ojos se hubieron acostumbrado a la oscuridad, ella apenas pudo distinguir el rostro del hombre, aunque los ojos de este destacaban ya que eran agudos y fríos.

El olor metálico de la sangre llegó a los sentidos de Camila, y al instante, ella supo que ese sujeto estaba herido.

Tal vez fue por su formación como doctora que ella estaba acostumbrada a mantener la calma y la sensatez incluso en situaciones tan aterradoras y estresantes como esa, de modo que levantó sutilmente la pierna para intentar patear al hombre que tenía encima. Sin embargo, apenas ella se movió, él se dio cuenta y le presionó con fuerza la inquieta pierna hacia abajo.

“¡Lo vi venir hacia aquí!”, gritó una voz a la distancia.

Entonces, Camila escuchó el sonido de pasos acercándose a donde ellos estaban; parecía que irrumpirían en cualquier segundo.

En un momento de desesperación, el hombre de repente bajó la cabeza y presionó sus labios contra los de Camila.

Con los ojos muy abiertos, ella luchó por liberarse del fuerte beso y empujó al hombre. Afortunadamente, él al menos no la lastimó con la navaja que empuñaba.

Tocándose los labios aturdida, ella era incapaz de entender lo que acababa de pasar.

De pronto escuchó el sonido del pomo de la puerta girando, y decidiéndose, apretó los dientes y envolvió el cuello del hombre con sus brazos. Sin dudarlo más, levantó la cabeza, y esta vez fue ella quien lo besó.

Luego le susurró con voz temblorosa: “Puedo ayudarte…”.

El hombre tragó saliva audiblemente, y enseguida hizo su movimiento. Su cálido aliento le rozó contra el oído a Camila, y con voz era baja y sexy pronunció: “Asumiré la responsabilidad de esto”.

Por lo visto, él la entendió mal. Es decir, Camila solo pretendía fingir…

No bien la puerta se abrió, ella gimió lo más fuerte que pudo, imitando los sonidos que había escuchado en los videos porno.

Por un segundo, el hombre se quedó atónito por lo fascinante y seductora que ella era.

Las personas en la puerta también se quedaron aturdidas cuando la escucharon.

“¿Qué carajo? ¡Aquí solo hay una pareja besándose! No puedo creer que hagan esto en un hospital”.

La puerta se abrió un poco más y la luz del pasillo brilló sobre el cuerpo de Camila. El hombre movió su cuerpo de inmediato en un intento de bloquear la vista de esos ojos curiosos que acababan de llegar. En la penumbra, la gente de afuera solo podía verlos abrazándose y besándose.

“Ese definitivamente no es Isaac; él está malherido. y no tendría la fuerza para hacer esto sin importar cuán sexy sea la chica”.

“Tienes que admitir que esta es muy buena haciendo sonidos de zorra”.

“¡Cállate y muévete! ¡Si no podemos encontrar a Isaac, estamos muertos!”.

Pronto el sonido de los pasos se desvaneció, por lo que el hombre supo que sus agresores se habían ido. No obstante, descubrió que no podía alejarse de la mujer, y se humedeció los labios mientras la lujuria le cegaba la razón.

Dado que la crisis estaba resuelta, Camila trató de alejarlo, pero justo cuando sus palmas presionaron contra el pecho de él, de repente pensó en su matrimonio.

Toda su vida había estado controlada por otros, incluido su matrimonio.

Su padre, un hombre gobernado por su codicia, la había obligado a casarse con un Johnston.

Su abuelo solía ser el chofer de Robin Johnston, el patriarca de esa familia, y como cosa del destino, murió salvando la vida de este en un accidente.

La pequeña empresa dirigida por su familia había acumulado una enorme deuda, y estaba al borde de la quiebra, pero su astuto padre sabía que si pedía dinero a los Johnston, no sería lo mejor porque estos ya no les estarían en deuda, así que ideó un horrible plan para que su hija se casara con Isaac Johnston, el nieto de Robin.

De esa forma, su familia por fin establecería una conexión más sólida con ellos.

Además, dada la riqueza de estos, ellos de seguro obtendrían muchos beneficios.

Por su parte, los Johnston no podían permitirse el lujo de rechazar la propuesta, o correrían el riesgo de quedar mal de una forma u otra.

Isaac estaba extremadamente insatisfecho con que hubiesen arreglado su matrimonio, por lo que le pidió a Camila que nunca le dijera a nadie que era su esposa y que mantuviera su apellido de soltera; nadie le preguntó a ella qué quería…

Para empeorar las cosas, el novio nunca se presentó en la celebración de su unión a pesar de que nadie ajena a las familias estaba presente.

Como consecuencia, Camila pasó sola la velada, con su rostro blanco como un papel;

¡ella se sintió muy humillada! ¡Y de ninguna manera lo aceptaría!

Tal vez fue por la tensión en el ambiente, pero los sentimientos de rebelión reprimidos de Camila de repente explotaron.

Su vida apenas valía la pena, ¡por lo que decidió resistirse a su destino!

Sin mucha resistencia, ella le terminó dando su primera vez a ese extraño.

Cuando terminó, el hombre la besó suavemente en la mejilla y prometió en voz baja y ronca: “Volveré a por ti”. Tras lo cual se fue rápidamente.

Camila no pudo levantarse después de mucho tiempo, pues el hombre le había dado duro, y ella sentía la entrepierna muy adolorida.

En un momento, el sonido de su celular rompió el silencio.

Ella atendió, y una voz ansiosa llegó desde el otro extremo de la línea: “¡Doctora Haynes, emergencia! ¡Por favor, venga rápido!”.

Ajustando su voz, Camila respondió con calma: “Está bien, ya voy para allá”.

Después de colgar, se quedó mirando aturdida la pantalla.

Su ropa desaliñada y la sensación pegajosa entre sus piernas le dijeron que aquello no era un sueño; de veras sucedió, ella tuvo relaciones sexuales con un extraño la primera noche de su matrimonio.

¡Esa fue la cosa más rebelde que ella había hecho en su vida!

No obstante, no tenía tiempo para quedarse contemplando el asunto, pues un paciente la necesitaba, y apretando los dientes, se vistió lo más rápido que pudo y corrió a emergencias.

Camila estuvo ocupada el resto de la noche, y cuando finalmente regresó a la sala de servicio, descubrió que todavía esta estaba hecha un completo desastre.

Al recordar lo que había sucedido allí unas horas atrás, no pudo evitar pasarse los dedos por el cabello enredado con angustia.

“Gracias por hacerte cargo de mi turno, doctora Haynes”, le dijo Debora Griffith, una colega suya, habiendo entrado con una sonrisa agradecida.

Forzando una, Camila respondió: “De nada”.

“Yo me encargo desde aquí. Puedes regresar y descansar”. Solo entonces fue que Debora notó el desorden en la sala, y levantando las cejas, preguntó con incredulidad: “¿Qué pasó aquí?”.

Girando la cabeza para ocultar el pánico en sus ojos, Camila explicó: “Me tropecé y tiré las cosas de la mesa sin querer. Bueno, ya que estás aquí, me voy a casa”.

Si bien Debora sintió que esta estaba actuando de manera extraña, no le importó, y encogiéndose de hombros, se agachó para empezar a recoger las cosas del suelo.

Justo cuando Camila se marchó, apareció en la puerta el director del hospital y el asistente de Isaac, Willie Calderon.

“Ella era la doctora de turno anoche, Debora Griffith”, indicó el director.

Luego miró la placa con el nombre de Debora en su bata de laboratorio. “Señora, por favor, venga conmigo”.

Debora levantó la vista confundida.

“¿Adónde vamos?”.

“Ya lo verá, solo ven con nosotros”, respondió Willie inexpresivo. El director del hospital, por otro lado, no estaba muy contento con la vacilación de la mujer, y jalándola con bastante fuerza, siseó: “No hagas esperar al señor Johnston”.

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La chica que mueve mis sueños novela es un libro Romance sobre Camila Haynes y Isaac Johnston de Manobook, escrito por Marijn Mannes.

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La serendipia novela de Gabie Parpia PDF Descargar

Resumen

  • Título: La serendipia
  • Autor: Gabie Parpia
  • Protagonista: Ariana Edwards y Theodore Anderson
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

Ariana se vio obligada a casarse con un miembro de la familia Anderson. Sin embargo, mientras otros esperaban que tuviera un hijo con su nuevo esposo, ¡ella descubrió que su esposo, Theodore, estaba en coma! ¿Acaso Ariana viviría el resto de su vida como si fuera una viuda?

¡Inesperadamente, su esposo recuperó el conocimiento al día siguiente!

Theodore abrió los ojos y la miró con frialdad. “¿Quién eres tú?”.

“Soy tu… esposa”, respondió Ariana aturdida.

Al escuchar esto, Theodore parecía extremadamente molesto.

“No recuerdo haberme casado, así que este matrimonio no cuenta. Dejaré que mi abogado se encargue de los trámites de divorcio”.

Si no hubiera sido por la objeción de su familia, los dos se habrían divorciado.

Más tarde, concibió un hijo y quiso irse en secreto, pero Theodore descubrió su plan y la detuvo.

Ariana lo miró con terquedad en los ojos. “No te gusto y nunca me has tomado en serio. ¿Cuál es el significado de nuestro matrimonio? ¡Quiero el divorcio!”.

De repente, la arrogancia de Theodore desapareció y la abrazó con calidez. “¡Eres mi esposa, ni siquiera pienses en divorciarte de mí!”.

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La serendipia novela Capítulo 1 Venganza

“Señorita Edwards, necesito su firma en este formulario de consentimiento para llevar a cabo el procedimiento de inseminación artificial”, expuso el abogado mientras le presentaba el documento a Ariana Edwards.

La muchacha tomó el bolígrafo con fuerza, y sus nudillos se pusieron blancos mientras miraba el formulario de consentimiento.

El procedimiento estaba programado para mañana… y hoy era su boda.

El donante de esperma no era otro que Theodore Anderson, el hijo mayor de la acaudalada familia Anderson, y también su novio.

Pero el destino le había jugado una mala pasada. Theodore había sufrido un terrible accidente de auto tres meses atrás, y ahora estaba en coma y con pocas probabilidades de recuperarse. Su vida pendía de un hilo y no se sabía cuánto aguantaría.

La familia Anderson, conocida por su obsesión por la sucesión y el legado, estaba desesperada por garantizar la continuidad de su estirpe, así que el padre de Theodore, Darian, se encargó de conseguirle una esposa a su hijo. El esperma que Theodore almacenó años atrás iba a ser inseminado en el vientre de la novia antes de que él muriera.

Mientras Ariana miraba el formulario, su tez estaba pálida y sus ojos delataban una sutil sensación de pánico.

“Por favor, ¿puede dejarme un rato a solas para ordenar mis pensamientos? Necesito leerlo con calma”, le pidió al abogado con la voz trémula de emoción.

Tras unos segundos de silencio, este asintió y abandonó el cuarto.

Su salida dejó el lugar sumido en un inquietante silencio. La muchacha enseguida dejó la planilla sobre la mesa, y llamó a Jasper Anderson, su novio secreto, para pedir ayuda.

El destino quiso que Jasper, hermanastro de Theodore, fuera la mente maestra detrás de esta boda.

La vida de Ariana había dado un vuelco con el reciente fallecimiento de su padre y la crueldad de su madrastra, Glenda, quien la dejó sin nada, ni siquiera las pertenencias de su difunta madre, que también fueron robadas.

Tan pronto como Ariana se sintió acorralada, Jasper le hizo una propuesta: fingiría casarse con Theodore y encontrarían la manera de sabotear la inseminación. Tras la muerte del otro, Jasper se convertiría en el único heredero de la familia Anderson y, a cambio, prometió casarse con ella y ayudarla a recuperar las pertenencias de su madre.

Ariana, bajo los encantos de Jasper, aceptó en un principio; sin embargo, a medida que se acercaba el día de la boda, se dio cuenta de que no podía hacerlo.

Buscando consuelo y consejo de Jasper, intentó llamarlo, pero fue en vano.

En un estado de ansiedad, salió a escondidas a buscarlo. Se quitó los zapatos de tacón, los tomó con las manos y caminó por el pasillo, con el corazón acelerado por el miedo y la expectación.

Los pasos de Ariana se detuvieron de repente al acercarse a la última habitación al final del pasillo, donde oyó un leve ruido proveniente de la puerta ligeramente abierta. Era el sonido de una risita que le resultaba familiar, y también escuchó una voz conocida.

“Quédate conmigo otro poco, Jasper. Ariana no está para buscarte ahora”.

A la muchacha se le encogió el corazón en el pecho, pero se acercó para mirar por la rendija, solo para encontrar a Brielle, su media hermana, sentada a horcajadas sobre Jasper en el sofá. Las dos estaban semidesnudos.

Jasper habló con impaciencia mientras la empujaba para que se levantara: “Tengo que vigilarla. Temo que se eche atrás con lo de la boda”.

Pero Brielle, desentendiéndose de la preocupación, le dio un beso y dijo: “Oh, deja de preocuparte tanto. Ella siempre te escucha. Además, nosotros tenemos las cosas de su madre, así que ni se le ocurrirá huir”.

Sin perder un segundo, Jasper volteó a Brielle y se inclinó para besarla. “Tienes razón… Gracias, cariño. Me desharé de esa perra cuando termine el plan. Solo te amo a ti…”.

Ariana observó horrorizada cómo empezaban a practicar sexo, y sus gemidos y jadeos llenaban la habitación.

La realidad la golpeó con fuerza, y se quedó tambaleándose, luchando por mantener el equilibrio mientras retrocedía trastabillante.

La traición era demasiado grande como para que pudiera soportarla, y su corazón se rompió en mil pedazos mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

La furia corrió por sus venas y cerró los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en las palmas. Escuchó los sonidos de la pareja en pleno acto sexual con una mezcla de asco y rabia.

Pero no estaba derrotada, no señor… Ella tomaría el toro por los cuernos en esto. No permitiría que esos dos estúpidos se salieran con la suya así como así.

Tras decidirlo, se secó las lágrimas, se volvió a poner sus tacones altos y regresó a la habitación donde, sin dudarlo más, firmó el formulario de consentimiento, decidida a convertirse en la verdadera nuera de los Anderson.

Y se aseguraría de que Jasper y Brielle pagaran por su traición, costara lo que le costara.

Por la noche, la residencia de la familia Anderson estaba iluminada por luces brillantes que proyectaban un resplandor precioso sobre el extravagante entorno.

Ariana fue acompañada a la habitación de Theodore por el ama de llaves justo después de la boda.

Este sería su primer encuentro con su supuesto nuevo esposo.

Según Jasper, Theodore era un hombre con una personalidad horrible, mal carácter y muy cruel, tanto que incluso trataba a su propia familia con frialdad. Jasper empleó todo tipo de palabras insultantes para describir a Theodore, incluso ‘feo’.

Ariana se había creído todo eso, así que luchaba por prepararse mentalmente para enfrentarse a un esposo que era de todo menos guapo. Sin embargo, cuando vio a Theodore por primera vez, a pesar de que estaba muy enfermo, no pudo evitar fijarse en su nobleza innata y en su apariencia increíblemente atractiva.

Aquello la dejó inmóvil junto a la cama, admirando las impresionantes facciones del muchacho, y empezó a dudar de todo lo que Jasper le contó.

En aquel momento, Jasper, quien estaba borracho y llevaba una botella, empujó la puerta y entró pavoneándose en la habitación, hablando en voz alta y sin tener en cuenta el estado de Theodore.

“Lo siento, Aria. Hoy estaba demasiado preocupado y lamento no haber respondido a tu llamada”, explicó, fingiendo remordimiento.

Ella tuvo que seguirle el juego de momento, así que contestó: “No pasa nada. No te preocupes”.

Ante esto, Jasper bebió un trago de licor y su sonrisa de suficiencia se ensanchó. “Sabía que me perdonarías; me quieres demasiado”, soltó con confianza.

Ariana apretó los puños, conteniendo su ira. “Ya es tarde. Podemos hablar de lo que quieras mañana”.

Jasper cerró la puerta, sumiendo la habitación en la oscuridad, y se acercó despacio a la muchacha.

Ariana retrocedió nerviosa, y le preguntó: “¿Qué quieres de mí?”.

Con una sonrisa perversa y el aroma del licor en el aliento, Jasper se abalanzó sobre ella y le dijo: “No debemos perder el tiempo. Si das a luz a mi hijo, nuestro hijo se convertirá en heredero de los Anderson”.

Él realmente no tomaba a Theodore en serio. ¡Cómo se atrevía a querer acostarse con su cuñada delante de su hermano!

Ariana se defendió gritando: “¡Suéltame!”.

Jasper se detuvo bruscamente, y ella lo miró con aturdimiento, notando que su expresión cambiaba a una de puro terror, como si hubiera visto un fantasma detrás de la chica.

Con voz temblorosa, Jasper balbuceó: “Theo-Theodore…”.

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La serendipia es un libro Romance sobre Ariana Edwards y Theodore Anderson de Manobook, escrito por Gabie Parpia.

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Un matrimonio de conveniencia novela por Zana Kheiron PDF Descargar

Resumen

  • Título: Un matrimonio de conveniencia
  • Autor: Zana Kheiron
  • Protagonista: Carolina Navarro y Maximo Castillo
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

Carolina Navarro fue obligada por su padre a casarse con un hombre desfigurado para salvar a su familia de la ruina.

Maximo Castillo tenía todo lo que cualquiera deseaba, hasta que un accidente aéreo destruyó su cuerpo, su alma y su relación, haciendo su vida desesperada.

Sin embargo, independientemente de eso, todavía necesitaba una esposa y un heredero.

¿Podría funcionar un matrimonio entre estas dos personas?

¿Sería solo un matrimonio de conveniencia o crecería el amor entre dos almas heridas?

Leer: Pobre pero multimillonaria de Cande Manos PDF Descargar

Un matrimonio de conveniencia novela Capítulo 1 Cásate

“Papá, ¡no quiero casarme con él!”, gimoteó, Carolina, con palabras apenas audibles.

“No existe algo como el ‘no quiero’. ¡Dije que te casarás con él! Nuestra familia necesita tu ayuda”. Se inclinó más cerca de Carolina. “¡Es lo menos que puedes hacer después de que te haya criado y apoyado todos estos años!”.

“¡Pero soy tu hija!”.

La huella de sus dedos era claramente visible en la mejilla de Carolina tras recibir la bofetada. Enseguida, Gaspar la sujetó por los hombros y zarandeó, revelando la gravedad de las circunstancias.

La voz del hombre se alzó furiosa: “¡No eres mi hija de sangre! ¡Y lo sabes! Pero te crie y te di todo lo que tienes. ¡Me lo debes!”.

“Pero ¿por qué yo?”, sollozó ella, en tono tembloroso.

“No pensarás que voy a darle a mi hija a un deforme cuando te tengo a ti, ¿verdad? Después de todo, ¡tienes que servir para algo!”.

La soltó con fuerza, haciendo que Carolina perdiera el equilibrio y cayera al piso. A continuación, salió de la habitación dando un portazo.

Con veinticuatro años de edad, era la hija mayor de la familia Navarro. Su madre, Paloma, fue acusada de traicionar a su marido y perdió trágicamente la vida al huir con su amante. Esto sucedió cuando Carolina tenía apenas dos años. Gaspar creyó entonces que no era su hija. Para evitar un escándalo, nunca se hizo la prueba de ADN, pero siempre se aseguró de demostrar cuánto odiaba a la niña.

El Grupo Navarro de Porcelana atravesaba un momento financiero difícil cuando se presentó una excelente oportunidad, que serviría a Gaspar para un doble propósito. No solo salvaría a su empresa en apuros, sino que también le proporcionaría una forma de deshacerse de Carolina.

El novio no era otro que Máximo Castillo, hijo único y heredero del imperio lácteo de la familia. Había sido guapo, encantador, inteligente y exitoso hasta que sufrió un accidente de avión que le dejó la mitad de la cara gravemente quemada. Ahora, tres años después del accidente, necesita una esposa y un hijo.

Carolina bajó a cenar y tanto Nadia, la esposa de su padre, como Eloísa, la hija de ambos, estaban en la mesa. Su media hermana tenía una sonrisa de suficiencia en los labios.

“¡Felicidades, hermanita! ¡Por fin encontraste a alguien que te quiera!”.

“Gracias, Eloísa, pero prefiero estar soltera”.

Recibió otra fuerte bofetada, esta vez de Nadia.

“¡No te atrevas a hablar así con mi hija!”, gruñó, golpeando la mesa con la mano.

“¿Qué está pasando aquí?”, inquirió el padre al entrar en el comedor y ver la cara de Carolina, la expresión llorosa de Eloísa y los labios temblorosos de Nadia. “¡No me gusta preguntar dos veces!”.

“Gaspar, ¿cuándo será la boda? ¡Carolina acaba de insultar a nuestra hija! ¡Atacó su honor!”.

Cuando él la miró con agresividad, Carolina se sintió intimidada. Temía tener que soportar un castigo; pero en lugar de eso, solo la zarandeó y la envió a su habitación sin permitirle comer.

Nadia preguntó: “¿Eso es todo? Sabes que no me gusta que castiguen a Carolina…, pero se ha excedido”, continuó con lágrimas en los ojos. Gaspar la abrazó para consolarla.

“No le di una buena paliza porque su marido se quejaría. Y no podemos perder este contrato”.

En la habitación, Carolina se encontraba en su cama, abrazada a la almohada y llorando. Había soportado una vida de malos tratos no solo por parte de su padre, sino también de su madrastra, que fingía ser amable; pero aprovechaba cualquier oportunidad para provocar discusiones entre Gaspar y la chica. Eloísa no era mejor que él.

“Quizá tu marido no sea tan malo después de todo, Carolina”, susurró para sí. “Las cosas podrían ser diferentes a su lado”.

No le importaban las cicatrices. El problema era que ella quería al menos poder decidir con quién casarse. Soñaba con el día en que no tuviera que vivir bajo la opresión de su padre; sin embargo, como él nunca le permitiría estudiar ni trabajar, el matrimonio parecía ser su única opción. Se aferró a la esperanza de que aquello le daría la libertad y la independencia que ansiaba. Por desgracia, el destino frustró una vez más el deseo de tomar las riendas de su propia vida.

Dos semanas después, Carolina estaba firmando los papeles del matrimonio arreglado. No hubo boda religiosa, ya que Máximo se negó a salir de casa. En cambio, esperó a ella en su finca, que se iba a convertirse en su nuevo hogar.

‘No puede ser peor que en casa de mi padre’, pensó la muchacha mientras estaba dentro del coche, en dirección a la finca ‘La Preciosa’.

Por supuesto, ignoraba que se había hecho un trato para que Eloísa, considerada la mujer más bella de la ciudad, se casara con Máximo Castillo. Sin embargo, estaba claro que su media hermana nunca aceptaría vivir con un hombre al que no había visto antes, y menos con uno cuya desfiguración por cicatrices era ampliamente conocida.

“¡Ya llegamos, señora Castillo!”, le informó el chófer y la chica tardó un rato en darse cuenta de que era a ella a quien se dirigía.

“Gracias,” respondió con voz débil.

Señora Castillo. Sonaba muy extraño a sus oídos.

Carolina respiró hondo antes de abrir la puerta del coche y salir. Miró a su alrededor y se encontró ante una enorme vivienda, rústica, desde luego, pues se trataba de una finca; pero de innegable belleza.

“¡Bienvenida, señora!”. Una mujer de mediana edad se le acercó sonriendo. “Mi nombre es Dolores”.

La muchacha le devolvió el gesto, queriendo ser amable.

“¡Hola, señora Dolores! Encantada, soy Carolina”. Le tendió la mano a la mujer, quien se la estrechó.

‘¡Esta chica es buena!’, pensó Dolores. Antes había conocido a la exprometida del jefe, que era increíblemente arrogante. Ella nunca les hubiera hablado de esa forma tan amable a los empleados. Tan… humana. Fue un cambio refrescante ver a alguien gentil y accesible.

“¡Todos estamos tan contentos de que esté aquí! ¡Por favor, venga! El patrón ha estado esperando ansioso su llegada”.

Carolina asintió con la cabeza.

“Estoy encantada de que me reciban con tanto cariño”, respondió.

Subió las escaleras hacia la puerta principal, con el corazón latiéndole fuerte por la ansiedad. Como mujer casada, estaba a punto de conocer a su marido por primera vez, un hombre al que solo había oído describir como ‘extraño’. Quería descubrir el verdadero significado de aquella etiqueta.

Justo antes de que entraran por las puertas principales, Dolores dejó de caminar y se volvió hacia ella, con aspecto un poco inseguro.

“¡Ah!, señora… El jefe es un hombre sufrido, que a veces puede parecer maleducado; pero es bueno. Le conozco desde hace años”.

“Escuché que tuvo un accidente”, respondió Carolina.

Dolores asintió con la cabeza.

“Sí, es cierto. Ha pasado por momentos difíciles, que lo han hecho volverse un poco reservado. También es inflexible a veces, ¿comprende? Pero le ruego que sea paciente con él”, dijo, dándole una mirada tranquilizadora en la que había, además, cariño hacia su patrón.

“Haré lo mejor que pueda, Dolores”.

La mujer le dirigió una amplia sonrisa y siguió caminando.

La puerta de entrada era inmensa, de madera negra. El piso, hecho también de lo mismo, brillaba por estar pulido. De hecho, hasta los muebles, incluidos los sofás, eran de madera; pero todos estaban tapizados. El ambiente desprendía un encanto rústico, aunque con un toque de gusto refinado que era sencillamente innegable.

Se detuvieron ante las puertas dobles, de madera oscura tallada a la perfección, que reflejaban el mismo diseño de la entrada. El picaporte, de reluciente oro, era un espectáculo para la vista. Dolores llamó dos veces.

“Adelante”. Alguien respondió desde el interior con un profundo tono masculino. A Carolina le gustó lo que escuchaba y pensó que al menos tenía una voz preciosa.

Dolores se hizo a un lado, para que pudiera pasar, y le dijo: “Adelante, señora”.

Ella asintió con la cabeza, puso la mano en el pomo, lo giró y respiró hondo antes de entrar.

Lo primero que le llamó la atención fue una enorme ventana con las cortinas cerradas. Lo único que pudo ver fue la parte superior de la cabeza del hombre, de cabello claro, sentado en la silla. Se encontraba dándole la espalda.

“Hola, señor Castillo”, dijo a la vez que cerraba la puerta. No obstante, cuando comenzó a dirigirse hacia la mesa, él la detuvo.

“¡Quédate ahí!”.

Sobresaltada por su tono, la chica lo obedeció.

“Bueno, yo…”.

“No es necesario que te acerques”, continuó. Bienvenida a tu casa, esposa. Te llamé para decirte las reglas”.

“Oh, cierto”, murmuró Carolina.

“¡No me interrumpas!”, la regañó. Ella pensó en decirle ‘está bien’; pero sería desobedecerlo.

Máximo aprobó que permaneciera en silencio, por lo que continuó: “Primero, no puedes entrar aquí sin que te llame. Esto se aplica a la oficina y mi dormitorio. Dolores te indicará cuál es para evitar problemas. No me busques, a menos que sea una emergencia. Espera siempre que sea yo quien lo haga primero. Y, sobre todas las cosas, no me mires”.

En silencio, Carolina asintió.

“¿Entendiste? ¡Di algo!”. Su tono brusco provocó que el carácter irascible de Carolina se encendiera, así que entrecerró los ojos.

“¡Bueno, me dijiste que no te interrumpiera!”. Sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras ella se cohibía de repente, preguntándose si se había excedido.

Hubo un incómodo silencio antes de que Máximo añadiera:

“Eres una insolente”.

“No puedo ver el futuro. Si no me avisas cuando termines de hablar, no podré saberlo”. Odiaba que la trataran de manera injusta. Había pasado por eso en la casa de su padre.

‘Y yo creyendo que sería diferente’, pensó con burla.

Él respiró hondo.

“Lo dejaré pasar esta vez, pero cuida tus palabras a partir de ahora”, le advirtió. Ella volvió a ignorarlo.

“Entonces, sé más claro. No puedo verte ni leer tus expresiones. Necesito que me digas tus deseos o, mejor para ser exactos, tus órdenes”.

Máximo, quien miraba por la ventana, no pudo evitar sonreír. ¡Debía admitir que esa mujer era valiente!

“Sal. Ve a tu habitación y familiarízate con ella. Descansa. Hoy te servirán allí la comida. Espérame más tarde”.

“¿Esperar a ti?”.

Él giró la cabeza, como si pudiera mirar por encima del hombro, y dijo:

“Sí. Es nuestra noche de bodas”.

Ya que Carolina no había pensado en eso, comenzó a sentirse estúpida. ¡Se habían casado, el hombre necesitaba un heredero! ‘¡Eres tan tonta!’, se reclamó.

“¿Carolina?”, llamó Máximo, cauteloso. A la chica le gustó la forma en que pronunció su nombre. Sin embargo, cuando recordó por qué lo hacía, tuvo que negar con la cabeza.

“Ah… Sí, entendí. Correcto, entonces…, me voy. Hasta luego”.

Se giró, dispuesta a marcharse; antes de que diera el primer paso, él la llamó de nuevo.

“¡Carolina!”.

“¿Sí?”, respondió ella, luego de contar hasta cinco.

“No dije que pudieras irte, ¿o sí?”.

“¡Oh, cómo lo lamento, patrón! ¿Puedo salir? ¿Tengo su permiso ahora?”.

Máximo sonrió, divertido por la ironía en su tono y cómo pasó de tutearlo a tratarlo de “usted” en un segundo.

“Sí, ya puedes”.

Carolina abrió la puerta y lo dejó solo.

‘¡Qué hombre tan insufrible! ¿Quién se cree? ¿Acaso piensa que soy su esclava?’.

“Señora, venga”, dijo Dolores en cuanto la vio. “Le mostraré su dormitorio”.

Carolina se volvió hacia ella y sonrió con timidez.

“Oh, sí, por supuesto. Vamos”.

Hizo un gesto con la mano para que Dolores la guiara, y ella obedeció.

Cuando entraron en un amplio pasillo, la anciana volvió a hablar.

“¿Qué le pareció el jefe? ¿Le gustó?”.

‘¡Pobrecita, ella jura que es genial!’, pensó.

“¡Sí, claro!”, respondió Carolina, no queriendo lastimar sus sentimientos. Ella volvió a sonreírle, más emocionada.

“¡Qué maravilla! Mire, la de aquí es su habitación y aquella…”, señaló una al final del pasillo, que tenía enormes puertas, “Es la del patrón”.

“Gracias, Dolores. Voy a tomar una ducha y dormir un poco”.

“Por supuesto. Discúlpeme y bienvenida de nuevo”. La criada comenzó a alejarse, luego se detuvo y miró a Carolina: “Traeré la cena más tarde, señora. Como a las cinco”.

“De acuerdo. Gracias, Dolores”.

Una vez que se marchó, Carolina abrió la puerta del dormitorio. La decoración era preciosa, parecía una habitación de algún hotel prestigioso. Las paredes estaban pintadas de un suave tono amarillo y las cortinas eran de un beige claro. La cama tenía sábanas blancas con delicadas flores bordadas.

Después de darse un relajante baño en la enorme bañera, Carolina se quedó dormida. Había programado el despertador para una hora más tarde.

Luego apenas se despertó, alguien llamaba a la puerta.

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Un matrimonio de conveniencia es un libro Romance sobre Carolina Navarro y Maximo Castillo de Manobook, escrito por Zana Kheiron.

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Pobre pero multimillonaria de Cande Manos PDF Descargar

Resumen

  • Título: Pobre pero multimillonaria
  • Autor: Cande Manos
  • Protagonista: Annabel Hewitt y Rupert Benton
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

Todos se sorprendieron cuando estalló la noticia del compromiso de Rupert Benton. Fue sorprendente porque se decía que la novia afortunada era una chica normal, que creció en el campo y no tenía nada a su nombre.

Una noche, ella apareció en un banquete, lo cual causó una sensación a todos los presentes.

“¡Cielos, ella es tan hermosa!”.

Todos los hombres babeaban y las mujeres se pusieron celosas.

Lo que no sabían era que esta supuesta pueblerina era en realidad una heredera de una fortuna de mil millones de dólares.

No pasó mucho tiempo antes de que sus secretos salieran a la luz uno tras otro. Las élites no podían dejar de hablar de ella.

“¡Dios mío! Entonces, ¿su padre es el hombre más rico del mundo?”.

“¡También es esa excelente pero misteriosa diseñadora que mucha gente adora! ¿Quién lo hubiera adivinado?”.

Sin embargo, un montón de gente no creía que Rupert pudiera enamorarse de ella. Pero les cayó otra bomba.

Rupert silenció a todos los detractores emitiendo un comunicado. “Estoy muy enamorado de mi hermosa prometida. Nos casaremos pronto”.

Dos preguntas estaban en la mente de todos: “¿Por qué la chica ha ocultado su identidad? Y ¿por qué Rupert estaba enamorado de ella de repente?”.

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Pobre pero multimillonaria Capítulo 1 La familia Benton

Una mujer con camiseta blanca y jeans salió con una maleta de la estación de tren de Douburgh.

Su delicado rostro enrojeció ligeramente bajo la luz del sol, momento en el que se colocó un mechón rizado detrás de las orejas. Era una mujer de ojos brillantes, nariz delgada y labios color cereza que contaba con una belleza natural.

“¡Hola! Es usted Annabel Hewitt, ¿verdad? Soy el chófer enviado por la familia Benton”.

Annabel asintió antes de seguirlo hasta el auto sin más, pues estaba agotada.

Durante el trayecto, el hombre lanzó miradas furtivas a la mujer, quien cerró los ojos mientras descansaba en el asiento trasero.

Esta la prometida de Rupert Benton.

El soltero más codiciado de la ciudad tenía solo veintiún años y ya era el CEO del Grupo Benton, lo cual le hacía destacar entre sus iguales. Además, era una persona vigorosa, ingeniosa y sensata, lo que provocaba que mucha gente del mundo de los negocios le tuviese miedo.

Su abuelo, Bruce Benton, fue quien se encargó de buscarle una esposa, y eligió a Annabel, una chica de campo.

Con las manos en el volante, el chófer echó otro vistazo al rostro inocente de la joven y chasqueó la lengua, imaginando lo mal que lo pasaría como miembro de la familia Benton.

Annabel abrió lentamente los ojos y observó la extraña ciudad con una expresión tranquila.

Muy pronto, el automóvil llegó a la residencia de la familia Benton, y el chófer se encargó de su equipaje.

Annabel apenas puso un pie dentro de la casa cuando apareció una mujer bien vestida que la examinó de pies a cabeza con una mirada de absoluto desdén.

“¡Tracy!”.

“Sí, señora Benton”.

Nada más recibir la señal, Tracy comenzó a rociar el desinfectante sobre Annabel.

La elegante mujer era Erica Benton, madre de Rupert. “Sus zapatos y cabello”, ordenó con las manos apoyadas en su cintura. “Rocíalos también”.

El rostro y cuerpo de Annabel quedaron cubiertos con gotas de desinfectante, y el fuerte olor hizo que le picase un poco la nariz. “¿Pero a ti qué te pasa?”, le espetó con frialdad.

Erica casi enloqueció.

“Sabía que eras una chica de campo, pero esperaba un mínimo de modales. Está claro que eres la típica mujer grosera y malhablada que crían por allí. Hago esto porque no quiero que traigas ningún virus o bacteria a esta casa. ¿Acaso pretendes infectarnos con alguna de sus enfermedades?”.

Annabel no era de la clase de mujer que aguantan mierdas de nadie, y se habría largado en ese mismo instante si no hubiese hecho un trato con su abuelo.

“¡Pues rocíate un poco en tu apestosa boca!”.

Acto seguido, Annabel empujó a la sirvienta a un lado y entró.

“Serás… Yo…”. Erica señaló en su dirección con mano temblorosa mientras Tracy trataba de calmarla.

En la sala de estar, una joven que parecía ser de su misma edad estaba sentada en el sofá. Vestía ropa de marca, llevaba maquillaje brillante y mostraba una expresión mucho más condescendiente que la de Erica. Se trataba de la prima de Rupert, Cathy Benton.

“¿Tú eres Annabel Hewitt, la prometida de Rupert?”. Cathy entornó los ojos cuando vio su forma de vestir. “Dios, el abuelo tiene el gusto en el culo. Me parece increíble que haya elegido a alguien como tú. ¿Es cierto que viniste en tren? Si nos hubieras dicho que eras tan pobre, te habríamos comprado un boleto de avión. Espera, en el campo no tienen aeropuerto, ¿verdad?”.

Annabel miró a Cathy con una ceja levantada.

Se preguntó si todos los miembros de la familia eran tan arrogantes.

Era cierto que no había ningún aeropuerto de donde venía, pero su abuelo había reservado un tren de alta velocidad a Douburgh solo para ella. Ninguno tenía ni idea de que ella viajaba tan lujosamente como alguien que volaba en primera clase.

Además, podría haber volado en jet privado si hubiese querido.

Aunque podía aclararlo todo en ese mismo momento, se limitó a subir las escaleras.

Cathy la siguió enojada, pues no estaba acostumbrada a ser ignorada.

“¿Cuál es mi habitación?”, le preguntó a una criada.

“¡Es esta!”, intervino Cathy, señalando una puerta en el pasillo antes de que la criada pudiese responder.

“Nunca has visto una habitación tan grande en tu vida, ¿verdad?”, añadió con condescendencia tras empujar la puerta. “Deberías darnos las gracias por acogerte en nuestra familia. Yo soy la prima de Rupert, Cathy, y más vale que me…”.

Annabel entró en la habitación y le cerró la puerta en la cara, lo cual solo hizo enojar aún más a la joven.

“¡Ah! ¿Cómo se atreve esa desgraciada a tratarme así? ¿En qué demonios estaba pensando el abuelo?”.

“Señorita, ¿no es esta la habitación del señor Benton?”, preguntó la criada tras acercarse con cautela.

Cathy lanzó una mirada de disgusto a la puerta.

“¡Calla! No digas nada. Rupert odia que la gente invada su espacio. Cuando se entere de que ella está aquí, dile que fue ella quien insistió en hacerlo”.

Los ojos de Cathy brillaron con picardía.

Pobre pero multimillonaria

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Pobre pero multimillonaria es un libro Romance sobre Annabel Hewitt y Rupert Benton de Manobook, escrito por Cande Manos.

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Qué Gran Sorpresa de Isidora PDF Descargar

Resumen

  • Título: Qué Gran Sorpresa
  • Autor: Isidora
  • Protagonista: Patricia Sampson y Zac Reynolds
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

El matrimonio de tres años no la dejó más que desesperación. Ella se vio obligada a firmar los papeles de divorcio cuando quedó embarazada. El arrepentimiento llenó su corazón al ver lo despiadado que era su supuesto marido.

No fue hasta que ella se marchó cuando él se dio cuenta de que esa mujer era a quien realmente amaba. ¿Podría él encontrar alguna manera de sanar un corazón roto? ¿De verdad está dispuesto a darle a ella su amor ilimitado e incondicional?

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Qué Gran Sorpresa Capítulo 1 Quiero el divorcio

¡Ring!

De pronto, el sonido del aparato rompió el silencio de la habitación. Patricia Sampson giró la cabeza y contempló su celular con una expresión confusa, entonces vio el nombre en la pantalla y respondió de inmediato, pues no quería que la llamada se cortara. “H- hola…”, ella no pudo evitar tartamudear al hablar, sintiéndose nerviosa.

Siempre que recibía una llamada de ese número se inquietaba. y aunque la otra persona no podía verla, ella alisó su suave cabellera con las manos.

“Hoy vuelvo a casa”, respondió un hombre del otro lado de la línea.

El corazón de Patricia dio un vuelco y pasaron unos segundos antes de que pudiera volver a la realidad: “¿Necesitas que haga algo? ¿Se te antoja algo en especial de comer? ¿Debo preparar algo más para…?”.

“No”. El hombre pronunció esto con tanto desinterés que cualquiera pensaría que estaba hablando con un extraño y no con su esposa.

Aunque estaban casados, él siempre la había tratado así, por lo que Patricia estaba acostumbrada a su desdén.

“Oye… necesito hablar contigo”, mientras tocaba su vientre, ella se mordió el labio inferior y decidió contarle la noticia, “Yo… podría ser que yo…”.

“Tengo que dejarte”.

Luego de esto, el hombre terminó la llamada abruptamente.

Con el celular en la mano, Patricia sonrió amargamente y murmuró para sí misma: “Podría estar embarazada”.

Patricia y Zac Reynolds llevaban tres años de casados, sin embargo, ella vivía con su familia mientras que él vivía solo en la villa Oakleaf. Durante todo ese tiempo, la única vez que habían dormido juntos fue hace aproximadamente un mes, cuando Zac estaba demasiado borracho y regresó a la casa de la familia Reynolds, no obstante, Patricia sabía que probablemente lo había olvidado debido al exceso de alcohol en su sangre.

Justo cuando comenzaba a sentirse cada vez más inútil en esa familia, ella se enteró de que estaba embarazada.

Estaba dudosa por la reacción que tendría su marido al saberlo.

Después de un par de minutos, Patricia sacudió la cabeza y decidió dejar de pensar en eso, al final de cuentas, su sueño siempre había sido casarse con Zac y eso era todo lo que importaba.

Ella suspiró y se levantó de la cama para ir a preparar el desayuno, pues no quería que el hombre llegara y la tomara por sorpresa.

A pesar de que la joven estuvo cocinando por más de dos horas y se encontró a cada uno de los miembros de la familia Reynolds, su esposo jamás llegó.

Ella decidió mantenerse ocupada durante el resto del día y se quedó limpiando el comedor mientras le echaba un vistazo a la puerta de vez en cuando.

“Pareces ansiosa, ¿acaso Zac volverá a casa?”, Tina Ridge, quien estaba sentada en la sala de estar viendo la televisión, preguntó con curiosidad.

“Sí”, Patricia pronunció casualmente.

Tina frunció el ceño y exclamó: “¡Qué grosera eres! ¿No sabes cómo dirigirte a mí? Sé que no soy la madre biológica de Zac pero, ¿no crees que deberías hablarme con respeto?”.

Para evitar una discusión, la joven simplemente bajó la cabeza y continuó limpiando la mesa del comedor, ya que Tina había sido la persona más difícil de tratar durante todo el tiempo que llevaba casada con un miembro de la familia Reynolds. Con el fin de prevenir una guerra interminable, ella había aprendido a ignorar las constantes provocaciones de la mujer.

“Estoy hablando contigo. ¿Estás sorda o qué?”. La otra comenzó a enfurecerse y levantó la voz.

“Tú y tu marido llevan tres años de matrimonio. Él casi no viene a esta casa, ¿no has pensado que quizás hay algo malo en ti?”. Tina se acercó a Patricia y la miró de la cabeza a los pies, “¡Eres una buena para nada! ¿De verdad crees que Zac se hubiera casado contigo si tu familia no fuera poderosa?”.

Aunque su sangre hervía de coraje, la chica apretó los puños y continuó limpiando en silencio.

Los sirvientes la miraron y sintieron pena por ella, pero por desgracia no había nada que pudieran hacer.

Al no lograr su objetivo, Tina se enojó aún más y gritó: “¡Qué buena actriz eres! Generalmente te levantas hasta después del mediodía. ¿Estás fingiendo ser una buena esposa sólo porque hoy viene tu marido?”.

Patricia arrugó un poco el entrecejo pero permaneció callada.

No le había contado a nadie sobre su embarazo porque quería contarle esa buena noticia a su esposo primero, y era cierto que se había despertado tarde últimamente, pero quizás se debía a su estado de gestación.

“¡Ja! ¡Será mejor que disfrutes tus días aquí antes de que Zac te eche! Él es un hombre temperamental y tú eres una mala mujer. ¡Su relación no tiene futuro!”, después de decir esto, Tina se tapó la boca ocultando una sonrisa burlona.

Fue entonces cuando los sirvientes saludaron a alguien respetuosamente y la cara de la mujer cambió de repente.

Tina giró lentamente la cabeza para mirar hacia la puerta, y cuando vio a Zac, su piel perdió el color por completo, entonces recobró el sentido y corrió hacia el segundo piso a toda prisa.

Patricia la observó mientras huía y después se acercó hacia el hombre en la entrada.

“Me alegra que estés de vuelta. ¿Estás cansado? ¿Quieres comer algo?”. Ella le quitó el abrigo cortésmente, ya que era su deber como esposa. Aunque era raro que Zac fuera a esa casa, Patricia se encargaba de tratarlo bien cada vez que eso sucedía.

Sin embargo, el hombre se quedó inmóvil en la puerta con una expresión impasible, por lo que era difícil saber si estaba feliz o enojado.

Si bien era un hombre indiferente y nunca le había gustado que Patricia lo mimara, ella pudo sentir que hoy había algo diferente en su comportamiento.

“¿Qué ocurre?”, la joven levantó un poco la cabeza y observó su perfecto rostro, con la intención de adivinar lo que pasaba por su mente. “Te sientes agotado, ¿verdad? ¿Qué te parece si vamos arriba? Prepararé la tina para que puedas darte un baño relajante”.

Zac no respondió y ni siquiera la miró, pasaron algunos minutos hasta que finalmente abrió la boca y dio un paso adelante: “Vamos a la habitación, tengo algo que decirte”.

Patricia tragó saliva y un mal presentimiento le erizó la piel. De hecho, se había sentido incómoda desde que hablaron por el celular esa mañana, pero era un nerviosismo diferente al de adolescente enamorada que solía sentir cada vez que lo veía.

La chica estuvo fuera de sí por un largo rato hasta que se armó de valor y subió las escaleras.

La puerta del dormitorio estaba abierta y Zac estaba en frente de la ventana, de espaldas a su esposa.

Era un hombre alto y sus rasgos parecían los de un Dios griego o del príncipe perfecto que mencionaban los cuentos de hadas occidentales. A menudo, Patricia sentía que esto era un sueño, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentirse emocionada y orgullosa.

“Preparé la cena para ti, deberías comer algo. Son tus platillos favoritos”. Ella sonrió levemente y entró con una bandeja.

Al escuchar su voz, Zac se dio la vuelta y miró su dulce rostro: “¿Sabes? He estado pensando en algo y hoy finalmente he tomado una decisión”.

Ella evitó que sus ojos se encontraran y dijo con una sonrisa: “Primero comamos”.

Su mirada revelaba los nervios que carcomían sus entrañas, ya que tenía miedo de lo que su marido fuera a decir.

De pronto, Zac se acercó a ella, sus pasos eran tan firmes que resonaron en toda la habitación.

Patricia dejó la bandeja rápidamente y se dio la vuelta para irse:

“Come antes de que se enfríe, te traeré un vaso de agua”.

Ella trató de escapar, pero Zac la detuvo con unas palabras tan afiladas como un puñal: “Quiero el divorcio”.

Luego de escucharlo, Patricia sintió como si el tiempo y el espacio se congelaran a su alrededor.

Ella salió de su trance después de unos instantes y pretendió salir del lugar como si nada estuviera pasando: “Voy a bajar a buscar algo”.

Qué Gran Sorpresa

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Qué Gran Sorpresa es un libro Romance sobre Patricia Sampson y Zac Reynolds de Manobook, escrito por Isidora.

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Mi Querido General de Rosario PDF Descargar

Resumen

  • Título: Mi Querido General
  • Autor: Rosario
  • Protagonista: Marina Shen y Federico Chu
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

Cuando su novio la traicionó, toda la luz y la alegría desaparecieron de la vida de Marina. Abandonada, sin esperanza, se casó con un hombre que apenas había conocido, pero nunca había esperado que él fuera el tío de su ex novio.

Marina creía que finalmente había encontrado su felicidad, pero no tenía idea de los oscuros secretos que estaban destinados a revelarse y perseguirla por siempre.

Con la ayuda del enemigo de su marido, ella se escapó de su matrimonio, pero a un costo que nunca había imaginado que tendría que pagar. Cinco años más tarde, volvió a cruzarse accidentalmente con las mismas personas de las que había huido.

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Mi Querido General Capítulo 1 Los sorprendió en la cama

En un chalé suburbano, en el gran dormitorio de estilo azul oscuro se estaba mostrando una imagen sexual, y toda la habitación estaba llena de una atmósfera carnal.

Marina Shen acababa de volver del extranjero, al salir del aeropuerto llamó a un táxi.

Sentada en el coche, Marina sonrió al contemplar los paisajes de la ciudad a través de la ventana. En este momento, ella estaba nerviosa pero al mismo tiempo impaciente, ya que pronto podría ver al hombre que había estado amando durante mucho tiempo.

Marina sacó una llave de repuesto que le dio Pedro Ye para abrir la puerta del chalé.

Al entrar, Marina oyó un sonido extraño, era como la voz de una mujer. Caminó hacia el dormitorio y abrió la puerta de la habitación. Sorprendidamente, encontró a su hermana María Shen tumbada entre los brazos de Pedro.

“¿Qué coño pasa aquí? Mi novio está teniendo un polvo con mi hermana?”.

Marina se cabreó de repente, señalando a las dos personas desnudas en la cama y gritó: “¡Pedro! ¡María!”

La alta voz de Marina hizo que Pedro y María dejaran de sus actos.

Pedro al ver la cara bonita de Marina cabrearse, se puso nervioso, cogió la ropa rápidamente y se vistió.

María cogió la manta y se tapó su cuerpo, insultando a Marina en su interior ya que había interrumpido el momento perfecto.

Tras ponerse las ropas Pedro se acercó a Marina nerviosamente y dijo “Marina, no es lo que parece, puedo…”.

Pedro no pudo terminar la frase, una bofetada le llegó a su cara.

“Pedro, así que si no te dejo tocar, tocas a otra chica verdad? ¡Escúchame bien, ya hemos acabado!” Al terminar las palabras Marina se dio la vuelta para irse, las lágrimas le comienzan a caer. Este ataque tan repentino y el dolor que acababa de sufrir era inexplicable.

Pedro sintió el mismo dolor que Marina, porque él amaba realmente a Marina, pero no pudo resistir la seducción de otra mujer.

A medianoche, las luces de neón iluminaban todo el bar.

En frente de la barra, Marina estaba sentada en una silla, tomando el licor que le pasó su mejor amiga Emily Xia.

Emily se sentía mal al ver a Marina así, pero no sabía cómo consolarla. Cuando eran estudiantes, Pedro podía arrodillarse delante de Marina para declararse el amor, pero ahora, tal vez hubiera cambiado con el paso del tiempo. Además, su hermana mayor María Shen, tenía mucha envidia de Marina, nunca la había tratado como una hermana.

Marina prácticamente borracha, mirando el licor de su vaso y dijo: “¿Emily, piensas que debo a este mundo? ¿Por qué la persona que estaba con Pedro tiene que ser mi hermana? ¡Dime por qué!”

Emily movió los labios, pero no dijo nada.

“Jajaja” Marina sonrió, en sus ojos solo había dolor, odio y furia. “¡Pedro, hijo de puta, María, te odio!”

Comenzó a beber de nuevo cuando terminó sus palabras.

Ya era la madrugada, Emily al ver a Marina que ya estaba borracha tirada en la barra del bar decidió llevarla al hotel que estaba en frente del bar. Debido a que tenía que trabajar a esa hora, Emily llamó a su compañera de trabajo para que la llevara al hotel.

La compañera de Emily la llevó al hotel, pero en el ascensor, Marina sacó la tarjeta de la habitación, insistiendo que podía encontrar la habitación ella sola. Tras echar a la compañera de Emily ella se fue a buscar su habitación.

Al salir del ascensor, Marina empezó a buscar la habitación 522, pero cuando ella llegó a la habitación 521, vio que la puerta estaba semiabierta. Sin pensar nada dijo: “¡Ésta es! El camarero me ha abierto incluso la puerta.”

Sin pensar más, abrió la puerta y entró directamente.

Marina caminó hacia el centro de la habitación, al ver la cama gigante con una manta blanca le dio una sensación de cansancio.

Sin prestar atención al ruido de ducha en el baño, se tiró directamente a la cama. Ella cerró los ojos y comenzó a dormir.

El hombre del baño era musculoso y fuerte. Estaba claro que había recibido algún entrenamiento duro, así que podía obtener tan buena figura. El agua de la ducha caía por su cuerpo sexy y su cara fría, parecía que era un hombre guapo.

Federico Chu apagó el grifo de la ducha, cogió la toalla que estaba a su lado. Se secó el pelo, tapó su cuerpo con la toalla y salió del baño.

Justo cuando quiso subir a la cama, se asombró de repente al ver a la persona tumbada en su habitación.

“¿Cómo que ha aparecido una mujer de repente? ¿Es porque soy VIP de este hotel de 5 estrellas y por eso me regalan una mujer?”, pensado Fede.

Fede no se alejó, sino que se acercó lentamente para ver a la mujer tumbada en la cama. La mujer que expulsaba el olor al alcohol, tenía la cara pálida. Su pelo desordenado transmitía una belleza natural y su rostro, no era tan hermoso, pero se contaba entre las guapas mujeres.

Fede comenzó a observar a esta mujer de la cama, se sintió atraído por su belleza natural.

Se quedaba mirando de pie a la mujer, de repente recordó una imagen en su mente. “Aquel año, ella también era así de natural, tenía una sonrisa dulce y un rostro listo. Pero dónde está ahora? ¿Cómo se lo está pasando?”

Apareció numerosas preguntas en la mente de Fede. Viendo a la mujer de la cama, se sintió mal porque no esperaba que podría estar atraído por otra mujer que no fuera la chica de su memoria.

Fede no paraba de recordarse a sí mismo que la mujer que ahora estaba en la cama no era nadie, e incluso apenas tenía una cara bonita, tampoco tenía un cuerpo sexy. Pero por fin no había conseguido controlarse y empezó una noche especial y larga.

Mi Querido General

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Mi Querido General es un libro Romance sobre Marina Shen y Federico Chu de Manobook, escrito por Rosario.

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Enamorada del CEO de PRUDENCIA SANDOVAL PDF Descargar

Resumen

  • Título: Enamorada del CEO
  • Autor: PRUDENCIA SANDOVAL
  • Protagonista: Lola Nixon y Harry Lewis
  • Género: Romance
  • Plataforma: Manobook

¿Qué esperas de tu cumpleaños? ¿Dinero? ¿Joyería? ¿U otras cosas? Lo que sea, pero por lo menos debe ser un día maravilloso. Lola Li, una mujer linda, encantadora e inteligente, graduada en la comunicación audiovisual a una edad muy temprana. Todo el mundo pensaba que Lola tendría un futuro muy prometedor pero las cosas no salieron como se esperaba. Su fiesta de cumpleaños de 22 años fue una pesadilla para ella. Cuando terminó su fiesta de cumpleaños, su mejor amiga la traicionó, su novio la abandonó y su familia se arruinó por completo. Cuando se despertó al día siguiente, Lola se encontraba tumbada en la cama de una habitación de hotel. Con el corazón acelerado, solo podía recordar vagamente a un hombre extraño con el que estaba anoche. ¿Había venido para salvarla? O, ¿era un demonio que lo estaba persiguiendo?

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Enamorada del CEO Capítulo 1 Debes salvarme

Hotel Península Internacional

Ya mismo, la fiesta de cumpleaños de 22 años estaba a punto de concluir. Lola estaba un poco borracha y andaba bamboleándose. Su cara estaba más roja que antes, como si se hubiera maquillado con el colorete.

El ascensor llegó al octavo piso y Rosa mantenía empuñadas las manos de Lola con fuerza. Después de pensar un rato, decidió que nunca iba a dejar que Lola y Miguel durmieran juntos.

Ella tomó una decisión y llevó a Lola a la parte más profunda del pasillo. Las dos no se detuvieron hasta la última habitación, donde el camarero del hotel acababa de terminar de repartir la comida y todavía no cerraba la puerta de la habitación.

“Hola, la persona que está dentro es mi amigo, voy a saludarle, no hace falta que cierres la puerta”. Sin sospechar de ella, el camarero se marchó empujando el carrito de comida.

A través de la rendija de la puerta, Rosa vio una sombra gigante, llevando puesto el camisón del hotel, debe acabar de ducharse.

“Mientras sea un hombre no me importa”, dijo Rosa.

Sin pensar más, Rosa metió a Lola en la habitación con toda su fuerza, y cerró la puerta rápidamente.

Mientras lo hacía, levantó la mirada para ver la cámara de seguridad. Afortunadamente, esta habitación se situaba en un punto ciego, fuera del alcance de la cámara.

Después de ordenar su cabello, se marchó hacia otra habitación como si no hubiera pasado nada.

Lola fue arrojada a una habitación. Bajo la penumbra del farol, vio a un hombre que la estaba mirando seriamente.

Ella dio un respingo…

Las miradas frías…

Estar borracha no le hizo pensar más de la cuenta, se levantó difícilmente y se acercó al hombre. Lola estaba consciente de que necesitaba algo, que era muy importante para ella, pero ahora mismo no sabía qué era lo que necesitaba.

“¡Lárgate!” dijo Jorge después de ver la cara de la mujer.

Su cabello largo oscuro fue diseñado por una estilista profesional, y tanto el vestido blanco como su cuerpo sexy mostraban todas sus virtudes.

La parte inferior del vestido estaba decorada con diamantes brillantes. Su pierna delgada se mostraba por la parte derecha de la falda.

Debido a los tacones de punta roja con 8cm de alto que llevaba, se podía deducir que Lola era una persona alegre, franca y sincera.

En este momento, ella pisaba de forma grosera los tacones de edición limitada. A unos pocos centímetros de distancia, Jorge vio su cara rojiza…

“Me siento mal, ¿me puedes dar un vaso de agua fría?” Lola preguntó mientras intentaba quitarse los tacones, pero por mucho que lo intentaba no era capaz de hacerlo.

Puso el brazo derecho sobre el cuello del hombre, moviendo suavemente su mano izquierda, y finalmente logró sacar el tacón y lo lanzó a unos 3 metros de distancia.

El perfume que llevaba la mujer era de una marca muy reconocida internacionalmente, que no paraba de expulsar un olor floral agradable.

Todo lo que portaba esta mujer mostraba que era una señorita elegante y noble. “¿Es una dama que se equivocó de habitación?”. ¿Es posible?

Jorge tiró el esbelto brazo de Lola, y la arrastró hacia la puerta.

Sin embargo, las piernas de la mujer comenzaron a temblar. Cayó a la alfombra blanca del suelo, una mano todavía estaba agarrada por el hombre.

“¡No me lo creo!”. Casi se agotó la paciencia de Jorge. Soltó la mano bruscamente y pretendió llamar a la recepción del hotel.

Mientras cogía el teléfono fijo para llamar a la recepción, la mujer se levantó y abrazó suavemente la cintura de Jorge.

“Ayúdame, por favor, me encuentro mal”. Su voz temblorosa tenía un encanto especial en esta noche oscura.

Jorge soltó el teléfono, y se fijó en ella seriamente, “¡Dime! ¿Quién te ha dicho que hoy llegaría a esta ciudad? ¿Quién te contrató…? “

Sin terminar las preguntas, Lola se lanzó hacia Jorge con tanta fuerza que los dos se cayeron en el sofá detrás del hombre.

“¡Hey, tú! “Yo… “Me encuentro mal, yo…” “¡Te lo ordeno, sálvame!”

¡¿Ordenarme?!

Jorge intentaba controlar su humor. Se rio y arrojó a la mujer sin vacilar.

Bien, tenía que reconocer que, esta mujer era muy atractiva para él, pero habían subestimado su capacidad de autocontrol.

“¡Te lo digo por última vez, lárgate de aquí!”

Lola dio unos pasos hacia atrás para mantenerse en pie. Apenas entendía lo que estaba diciendo el hombre. En ese momento, Lola solo se fijaba en los labios de Jorge que no paraban de moverse y eso la hizo sentir cada vez más caliente.

Se bajó la cremallera transparente del vestido, el cual cayó al suelo sin hacer ningún ruido.

Al ver esto, Jorge se quedó mirando fijamente. Parecía que esta vez el rival era muy fuerte, y la mujer que habían enviado era bastante interesante.

Lola estaba un poco inconsciente, pero en el momento en que el hombre intentó arrojarla fuera, ella se lanzaba cada dos por tres hacia él.

……

Entonces, él ya no tenía por qué seguirse controlando.

“Qué dolor, quién se atreve a hacerme daño…” ¡Maldición!

Jorge se sorprendió durante unos segundos al notar las reacciones de Lola, lo que también le hizo bajar el ritmo.

A lo mejor ella era demasiado atractiva, e hizo que Jorge hiciera el amor con ella en muchos sitios, en el cuarto, en el piso y en el balcón.

Hasta que casi salió el sol, la pareja cayó en un sueño profundo.

El sol iluminaba fuertemente.

Lola se despertó por el aire acondicionado que estaba a una temperatura muy baja. Abrió los ojos y pretendió coger la manta y seguir durmiendo.

Lola buscó por todas partes la manta, resultaba que estaba en el suelo.

Espera… Algo está mal ¿Por qué le duele tanto todo el cuerpo? ¿Por qué estaba en un hotel?

Se levantó bruscamente. En esta habitación de lujo solo se quedaba ella, su ropa estaba tirada por el suelo y también había un… ¿camisón?

Sorprendida, observó las huellas de su cuerpo. Siendo una adulta, Lola sabía muy bien lo que le había pasado anoche.

Pero ¿cómo era posible eso?

Anoche… Rosa la ayudó a subir para descansar un poco, y… ¿después? ¿Quién era aquel hombre?

¡Mierda! Ella no recordaba nada. ¿Cómo podía ser?

Lola se quedó atontada en la cama durante un rato, sin ganas de hacer nada.

Bajó de la cama, las piernas se temblaban mucho. Lola se acercó forzosamente hacia la ventana y abrió la cortina.

El esplendor del sol era cegador. Parecía que ya era bastante tarde.

Pensando una y otra vez, Lola todavía no conseguía entender lo ocurrido, ni por qué le pasó esto.

Al ver los paisajes de afuera, supo que todavía estaba en el hotel. El paisaje que se veía por la ventana era muy bonito. Tanto la brisa suave como el olor agradable de flores, y la cortina rosa, todos estos elementos formaban una imagen única, pero por el momento, ella no tenía ganas de disfrutarlo.

Estaba muy perdida, lo que ocurrió ya ocurrió, no se podía hacer nada ahora.

Al lado de la cama había 2 paquetes de regalos. Lola abrió el paquete, era un vestido blanco.

Lola se preparaba para ducharse y decidió marcharse de este sitio inmediatamente. Entró al baño forzosamente. Dentro del baño había unos artículos de baño para hombre, que debían de ser de aquel hombre.

Ella sacudió la cabeza. Llenó la bañera entera con agua y se metió en ella lentamente.

“¿Quién podría ser el hombre de ayer?” se preguntaba Lola al mismo tiempo que se lavaba.

Enamorada del CEO

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Enamorada del CEO es un libro Romance sobre Lola Nixon y Harry Lewis de Manobook, escrito por PRUDENCIA SANDOVAL.

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